Hace tres semanas volví a Memphis porque tenía que presentar un trabajo de investigación en SSCA Annual Convention. Esta conferencia tuvo lugar en el Hotel Peabody, un fastuoso alojamiento en el epicentro de Memphis decorado a la antigua usanza, como del siglo XIX: Un lujoso hall, estilosos teléfonos antiguos por todas partes, luces amarillentas que contrastaban con el parduzco tono de la madera de las paredes y los muebles, un olor mezcla de bolas de naftalina y madera…. en fin, alto copete. La decoración era tal que durante el tiempo que estuve allí me sentí como si estuviese en la película de Titanic, pero sin DiCaprio ni hundimiento de por medio.
Además de quedar fascinado por el aspecto del hotel también quedé sorprendido por la curiosa tradición que tuve oportunidad de presenciar: el paseo de los patos del Peabody, una popular costumbre –para las gentes de Memphis, supongo- que consiste en llevar a unos cuantos patos desde el la parte de arriba del hotel hasta la famosa fuente situada en el centro del hall. Los patos circulan por una alfombra roja y son guiados por el “maestro de los patos”. Por lo que he podido saber hacen esto cada día y el motivo es, cuanto menos, peculiar. Se puede leer –en inglés- en la siguiente dirección:http://www.travbuddy.com/The-Peabody-Duck-Walk-v192755
Este sin igual entorno no fue lo único reseñable del viaje, hubo algo más que contribuyó a hacerlo especial: Hu-Xiao, mi compañero del máster chino. Con él pasé todo el día y por lo tanto el intercambio cultural fue inevitable. Yo, como es habitual, le acribillé a preguntas y él, amable y abierto como pocos, contestó sin ningún inconveniente, preguntándome también sobre la cultura española. Me contó muchas cosas sobre China y su ciudad, Pekín, y debo decir que consiguió que mi imagen de los chinos y su cultura haya cambiado significativamente.
Hu-Xiao me habló primero sobre sus años en el instituto y sobre su agitada vida social (era, según él, un fiestero). No obstante me cuesta imaginar a alguien de China siendo un fiestero, pero si él lo dice yo le creo. Me contó que en China tienen discotecas, que la gente también bebe y que allí en la “discoteque” la gente suele hacer, en general, lo mismo que los occidentales en sus respectivos países –de nuevo los prejuicios por los suelos, como es costumbre-.
Por otra parte me comentó que la sociedad China está claramente desequilibrada ya que allí el 10% de la gente posee el 90% de la riqueza, lo cual provoca unos cuantos super ricos e ingentes cantidades de pobres (el cuento tercermundista por excelencia, por cierto). Me contó además que hay corrupción, que la elite son básicamente políticos y familias adyacentes y que por supuesto existe censura –aunque según él no es para tanto-; me confirmó también que los conflictos entre diferentes entre China y los países de su alrededor (Tibe, Taiwan o Mongolia) están en el candelero por aquellas tierras.
Todo lo que me dijo me hizo pensar muy y mucho acerca de las predicciones de expertos –y no tan expertos- sobre China desbancando a EEUU como la gran superpotencia. Después de escuchar a Hu-Xiao yo me pregunto ¿Puede un país que carece de clase media, bienestar social y respeto por los derechos humanos llegar a ser el nuevo líder mundial? Y de ser así, ¿Es esto moralmente aceptable?
A mi parecer, los políticos en China son tremendamente astutos porque dirigen el gigante asiático echando mano de los puntos positivos del comunismo y del capitalismo. Pero esos “puntos buenos” lo son desde su punto de vista ya que los mezclan desde una perspectiva económicamente voraz y para su propio beneficio: Al pueblo se le requiere orden absoluto y trabajar unido y por igual para beneficio de la nación. Producir para China es lo único que interesa y se busca que nada interfiera en dicha producción; así, la religión, según Hu-Xiao, apenas existe entre la población china –se podría aventurar que la gente ya es sumisa de por sí, luego no se necesita-.
Sin embargo a pesar de esta perspectiva comunista los dirigentes políticos permiten que la empresa privada (extranjera incluso mejor) explote a un pueblo chino pobre, dócil y alienado por el espíritu comunista, que se convierte en una presa fácil y jugosamente explotable para las corporaciones. Queda por tanto claro que ese comportamiento comunista de las masas chinas se acopla perfectamente al capitalismo más insaciable. Las empresas, con vía libre por obra y gracia del gobierno, producen de forma masiva y con costes exiguos, maximizando así los beneficios para todas las partes excepto para el pueblo. En cualquier caso se debe reconocer que el crecimiento de China en los últimos años es sorprendente y que su gente (trabajadores infatigables, decididos y muy organizados) son dignos de admirar.
Por otro lado, China es un lugar lleno de gentes, comida y culturas diferentes. Hu-Xiao me explicó que existen muchísimos tipos de comida dependiendo de la región (más y totalmente diferentes a las que aparecen en el menú del restaurante chino del barrio), que en China puedes encontrar cualquier clima imaginable y que hay muchas religiones diferentes, aunque que no estén muy extendidas entre la población. Además la gente en China es tímida pero amable y les encanta recibir visitantes. De hecho se suelen sorprender cuando vienen y es normal verles preguntar a los foráneos si puede hacerse una foto con ellos.
Por último Hu-Xiao también me dijo que le encanta el fútbol y que va a animar a España en el Mundial, por lo que se le debe reconocer su buen gusto futbolístico.
Después de presentar nuestros trabajos y finiquitar así la conferencia estábamos muertos de hambre. Tras un par de vueltas por los alrededores decidimos entrar en el Kooky Kanuck. Y qué clase de antro es este, te preguntarás. Todo lo que debes saber acerca de tan pintoresco establecimiento es lo siguiente: Kookamonga burger, una hamburguesa de casi 3 kilos y medio. Si te la comes en menos de una hora no pagas por ella y además ponen el plato con tu firma o tu foto en la pared. Obviamente entramos sin dudarlo pero al preguntar la decepción se apoderó de mí: Tardaban en cocinarla una hora y no teníamos tiempo para estar allí esperando por lo que el reto quedó descartado. Después de un enriquecedor día volvimos a casa satisfechos pero yo no pude evitar sentir algo de resquemor. Hasta hoy me he olvidado de la Kookamonga burger y tarde o temprano un plato con mi firma colgará de esa pared; de no ser así al menos volveré para intentar la machada al 200%.
Foto de la Kookamonga burger: http://crazy-eats.com/
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